De mandatos y obligaciones bíblicas Biblia y comunidad de fe (comunidad lectora) 1 de 10

De mandatos y obligaciones bíblicas
Biblia y comunidad de fe (comunidad lectora)
1 de 10
Héctor B. Olea C.
Observaciones previas:
Me gustaría dejar bien claro desde un principio y, en primer lugar, que con esta serie no me he propuesto el cambiar o modificar la liturgia, o lo que podríamos llamar “calendario litúrgico” de iglesia o comunidad de fe alguna. En verdad, y como he dicho antes, no hago proselitismo de ningún tipo. De hecho, a pesar de las conclusiones a las que llegue respecto a la que entienda como la más adecuada interpretación o conclusión de algunos textos, en ningún momento sugiero el que alguna comunidad de fe deba cambiar o hacer ciertos ajustes en su liturgia. Eso es una responsabilidad absoluta de cada comunidad de fe. Otra cosa es que nuestro trabajo reciba la ponderación necesaria y lo tomen como una adecuada y humilde referencia.
Lo cierto es que por más que un bautista argumente, por ejemplo, el pentecostal no dejará de ser lo que es, y viceversa, y la historia está ahí. Esto se ha de aplicar respecto de las argumentaciones de las más diversas comunidades de fe. En verdad no pienso que por mis argumentaciones necesariamente alguien perderá su identidad, como tampoco pienso que por más que otros argumenten en contra de mi postura, eso vaya a cambiar mi identidad o mis convicciones. Obviamente, estoy plenamente convencido de que una vez que se escribe un texto, nadie puede controlar su impacto, la forma en que afecte a los lectores y lectoras, lo que pueda originar dicho texto, y lo decisivo que pudiera ser en el desarrollo o consolidación de ciertas actitudes, al margen de las reales intenciones de su autor.
En segundo lugar, que esta reflexión se da dentro del cristianismo como tal. Es decir, en el contexto de iglesias o comunidades de fe que no se consideran simples apéndices o extensiones de alguna forma o expresión de la religión hebrea. Esta reflexión se da en el contexto de iglesias y comunidades de fe que están plenamente conscientes de que, si bien hacen suya una parte de la herencia religiosa hebrea (principalmente los 39 libros del Tanaj, al que llaman AT); su particular lectura y sus pretensiones (comenzando por la peculiar lectura que hace el NT mismo del AT), las sitúa en el contexto, vitalidad y dinamismo de una religión totalmente distinta, con sus propias y peculiares características, como lo es el cristianismo. Y esto a pesar lo que piense cualquiera de las expresiones de la religión hebrea. Insisto, esta reflexión se da en el contexto de iglesias y comunidades de fe que se consideran legítimamente cristianas, con todo lo que eso implica y supone.
Por otro lado, quien escribe, lo hace como cristiano, consciente de la historia del cristianismo, de sus elementos comunes con la fe hebrea, de sus pretensiones y sus peculiaridades. Quien escribe por lo general asume una postura crítica a lo interno del cristianismo mismo, así como frente cualquier otra religiosidad o espiritualidad que compita con ella. No asumo un postura inocente, simplista o complaciente frente las pretensiones cristianas, obviamente, tampoco lo hago ni lo haré frente a las demás expresiones religiosas, no importa de donde vengan.
El tercer lugar, que mi objetivo básico es arrojar un poco más de luz, tratar de demostrar que en esencia, y en concreto, cada comunidad lectora dentro del cristianismo (y fuera de él, aunque no es ese mi tema), a pesar de compartir y asumir los mismos textos sagrados, se relaciona con dichos textos prácticamente en la misma forma. Que cada comunidad lectora que asume dichos textos sagrados y comunes, los asume, a la luz de la particular lectura que hace de los mismos. Luego, en el contexto de esa particular lectura, los explica, los interpreta (define una ortodoxia) y aplica (define una ortopraxis), pues son las premisas particulares de cada comunidad lectora lo que explica y determina la manera en que ésta asume los textos sagrados, su peculiar sistema de doctrina, así como su particular praxis cristiana.
Por esta razón, invito a la humildad y al respeto mutuo y recíproco. Lo cierto es que si bien las distintas comunidades lectoras dentro del cristianismo se critican y acusan recíprocamente de algunos inadecuados procedimientos metodológicos, respecto a la interpretación y aplicación de la Biblia; parece que en verdad, cada comunidad lectora cae en su momento, pero quizás en temas distintos, en los mismos tipos de “errores” o “desaciertos” en ese sentido.
En fin, lo que me propongo es crear un poco más de conciencia respecto a la manera muy similar en que las distintas comunidades lectoras de la Biblia se relacionan con ella; tipo de relación que es más parecida de lo que muchas comunidades lectoras están dispuestas a admitir.
Es mi deseo que al finalizar esta serie de diez (10), por lo menos estemos dispuestos a reconocer ciertas realidades, a moderar ciertas actitudes, a ser más humildes, y tener una visión más positiva de nuestros hermanos y hermanas en la fe.
Introducción: ¿Por qué este artículo? ¿Por qué este ensayo?
Este artículo viene a ser una necesaria reflexión y reacción ante el hecho de que muchas iglesias, ministerios, concilios y líderes en particular, proclaman, dicen, anuncian y a viva voz insisten en que sólo practican aquello que la Biblia positivamente manda, lo que realmente es o sea un mandato bíblico. En consecuencia, aquello que la Biblia no manda (si bien probablemente tampoco lo prohíba), se supone que no lo han de poner en práctica. ¿Será esto cierto?
No obstante, a pesar de esta habitual proclama, me propongo demostrar con dos ejemplos específicos, por un lado, que tal afirmación no es del todo verosímil, y por otro, que esta afirmación pone en evidencia la pretensión de minimizar la función y fuerza de la comunidad lectora en la lectura y aplicación de un texto. También se percibe en esa forma de hablar la pretensión (consciente o no) de no reconocer, el papel decisivo y muy determinante de la comunidad lectora en la fijación de aquello que se entiende que es un mandato bíblico, de aquello que se entiende que es una obligación bíblica, y una obligación cristiana.
En este ensayo voy a tomar en cuenta sólo dos casos muy específicos con los cuales pienso bastarán para demostrar con suficiente claridad el hecho de que al fin y al cabo, es la comunidad lectora o hermeneuta (la comunidad de fe que lee e interpreta), y no el texto bíblico, la que determina si un hecho ha de interpretarse como descriptivo, ilustrativo o como mandato o no, como vinculante o no.
En este trabajo por lo general voy a emplear el término “comunidad lectora,” siguiendo a Walter Brueggemann, para hacer referencia a la comunidad de fe o iglesia que asume, lee, interpreta y aplica el texto. Como bien lo plantea Brueggemann (Teología del AT), el término “iglesia” permite en insistir en aspectos teológicos, mientras que el término genérico “comunidad lectora” reconoce que la iglesia (e iglesias) no es por sí misma una comunidad lectora privilegiada en relación con la Biblia sino que, como cualquier otra comunidad lectora, no es neutral o inocente, por lo que lee teniendo intereses en juego.”
Los dos casos a estudiar son: 1) la Santa Cena (eucaristía, santa comunión, etc.), y 2) la adopción del domingo como “día del Señor” versus el cuarto mandamiento del decálogo a la luz de Romanos 14.6.
I) La Santa Cena y sus problemáticas
1) La problemática en torno al nombre
Lo primero que tengo que decir es que la primera dificultad la encontramos en la forma en que se entiende que se debe deben denominar en conjunto el bautismo y la santa cena. Por un lado están las iglesias que prefieren la denominación de “ordenanzas”. Por otro lado están las iglesias que prefieren la denominación de “sacramentos”. Entre las iglesias que prefieren la denominación de “ordenanzas” están las iglesias bautistas. Por ejemplo, en un pequeño libro publicado en el año 1991, titulado “Fundamento y práctica de fe y mensaje Bautistas”, se pronuncian en los siguientes términos: “La fe cristiana (digo yo, ¿la fe cristiana en general?, no es cierto) tiene dos ordenanzas: el bautismo y la Cena del Señor. Como bautistas reconocemos que estas ordenanzas fueron instituidas por nuestro Señor Jesucristo como símbolos de su obra redentora en beneficio del hombre. No son sacramentos, no se les atribuye ninguna eficacia «especial» como si algo misterioso que imparte una gracia salvadora para el que está participando” (página 54).
En esta misma línea interpretativa va la teología y doctrina de los llamados “Templos bíblicos” cuando sostienen: “Dentro de las prácticas de la iglesia (y yo digo, ¿Cuál iglesia?), dos fueron ordenadas directamente por el Señor Jesucristo: El bautismo (Mateo 28.19) y la Cena del Señor o Santa Cena (Lucas 22.14-20)… Como tales, no imparten en sí mismas la gracia de Dios, pues constituyen actos simbólicos de realidades espirituales ya hechas por Dios” (Apuntes doctrinales, doctrinas y prácticas de los Templos Bíblicos de la República Dominicana, página 66). Finalmente no quiero dejar de señalar que esta es la terminología que prefieren los hermanos “Adventistas del Séptimo Día”, consúltese su obra “Creencias de los Adventistas del Séptimo Día”, página 222.
Entre las iglesias que prefieren la denominación de “sacramentos” está el “Concilio de las Asambleas de Dios”, por ejemplo, consúltese su “Estatutos y reglamentos” artículo 6 (verdades fundamentales). Allí, en el literal “f” se establece que los Sacramentos de la iglesia (y yo digo, ¿Cuál iglesia?) son “el Bautismo por inmersión” y “la Cena del Señor” (página 16). También se puede consultar su “Reglamento local” páginas 11-15.
Igual que el Concilio de las Asambleas de Dios, también la Iglesia Cristiana Reformada habla de “Sacramentos” y no de “ordenanzas”. Por ejemplo, en un librito elaborado por la Iglesia Cristiana Reformada de Norte América, titulado, “Lo que significa ser reformado, una perspectiva hispanoamericana, se afirma: “Para los cristianos reformados, el corazón de culto es la predicación de la palabra de Dios y la celebración de los sacramentos” (página 47). La Iglesia cristiana Reformada también sostiene que el Bautismo y la Santa Cena son los dos únicos sacramentos establecidos por el Señor (obra citada, páginas 48 y 29).
Un hecho por demás conocido es que la Iglesia Católica y Romana también prefiere la denominación de “sacramentos”. Por ejemplo, en el actual y vigente Código de Derecho Canónico artículo 840 se estable que: “Los sacramentos del Nuevo Testamento, instituidos por Cristo Nuestro Señor y encomendados a la Iglesia (y yo digo, ¿Cuál iglesia?), son signos y medios con los que se expresa y fortalece la fe, se rinde culto a Dios y se realiza la santificación de los hombres, y por tanto contribuyen en gran medida a crear, corroborar y manifestar la comunión eclesiástica” (página 392).
Ahora, una importante aclaración: ¿Qué se percibe en las palabras de las iglesias mencionadas (Bautistas, Templos Bíblicos y Adventistas) que evitan la denominación de “sacramentos” y prefieren la de “ordenanzas”? Respuesta: Que el usar la denominación “sacramentos” se le atribuye al Bautismo y a la Santa Cena (o Cena del Señor), alguna eficacia que iría mucho más allá de concebirlos como simples símbolos o signos visibles.
Sin embargo, ¿es esto necesariamente así? No. Por ejemplo, tanto el Concilio de las Asambleas de Dios como la Iglesia Cristiana Reformada, si bien usan y prefieren la denominación de “sacramentos” (en consonancia con la Iglesia Católica) no creen, sin embargo, que el Bautismo y la Santa Cena sean algo más que simples símbolos y señales (¿medios?). Por ejemplo, el Concilio de las Asambleas de Dios habla del bautismo, como sacramento, en la siguiente manera: “Es: a) Símbolo perfecto de la muerte, sepultura y resurrección de una vida nueva en Jesucristo; b) Símbolo de lavamiento o limpieza espiritual que se produce en el creyente por la sangre de Jesucristo; c) Demostración externa del sometimiento del creyente al dominio de Cristo como Señor de su vida (Reglamento local, páginas 11 y 12).
Por su parte, la iglesia Cristiana Reformada define los sacramentos como: “¿Qué son los sacramentos? Son señales sagradas y visibles, y sellos instituidos por Dios, para sernos declarada mejor y sellada por ellos la promesa del Evangelio; a saber, que la remisión de los pecados y la vida eterna, por aquel único sacrificio de Cristo cumplido en la cruz, se nos da de gracia no solamente a todos los creyentes en general, sino también a cada uno en particular” (Catecismo de Heilderberg, pregunta y respuesta # 66).
Como se puede ver, a pesar de usar y preferir la denominación “sacramentos” igual que la Iglesia Católica Romana, no obstante, el Concilio Nacional de las Asambleas de Dios y la Iglesia Cristiana Reformada no asumen la idea y concepción de “medios” que le atribuye el catolicismo romano (véase de nuevo y más arriba la definición católica de los sacramentos).
De todos modos, lo cierto es que la Biblia no manda, no ordena llamarlos “ordenanzas” ni “sacramentos”. ¿Quién, pues, ha decido optar por una preferida y más conveniente denominación? Respuesta: la comunidad lectora (la comunidad de fe o hermeneuta).
Pero, ¿Cuál es el nombre que ordena, manda, fija y establece el Nuevo Testamento para la “Santa Cena”?
Los nombres comunes con que se acostumbra a designar el “sacramento” u “ordenanza” de la Santa Cena dentro del más amplio espectro del cristianismo son: Eucaristía, Cena del Señor, Santa Cena. Me propongo arrojar un poco de luz específicamente sobre estos tres nombres, aunque admito que dentro del contexto propiamente católico, también se usan los siguientes:
«Banquete del Señor» (1 Corintios 11.20) porque se trata de la Cena que el Señor celebró con sus discípulos la víspera de su pasión.
«Fracción del pan» porque este rito de partir el pan, propio del banquete judío, fue utilizado por Jesús cuando bendecía y distribuía el pan (Mateo 14.19; 15.36; Marcos 8.6, 19), sobre todo en la última Cena (Mateo 26.26; 1 Corintios 11.24). En este gesto los discípulos lo reconocerán después de su resurrección (Lucas 24.13-35), y con esta expresión los primeros cristianos designaron sus asambleas eucarísticas (Hechos 2.42.46; 20.7, 11).
«Memorial de la pasión y de la resurrección del Señor». Porque las palabras que Jesús dijo en la última cena fueron respaldadas por la entrega que él realizó por nosotros en la cruz y por su resurrección, de tal manera que cuando termina el sacerdote las palabras de consagración todos decimos: “anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús”.
«Comunión», porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo cuerpo (1 Corintios 10.16-17).
«Misa». Esta palabra viene del sustantivo missio, que significa envío, por lo tanto, hace referencia a que la Eucaristía no sólo es la comunión con Dios, también es un compromiso a vivir esa comunión fuera de la Iglesia.
«La Mesa del Señor» (1 Corintios 10.2). Entre otros.
A) Explicación del nombre “Eucaristía”
La palabra “eucaristía” es la transliteración del sustantivo griego “eujaristía” (acción de gracias, gratitud), que a su vez deriva del verbo griego “eujaristéo” (dar gracias, agradecer, estar agradecido). Los textos del NT donde encontramos a “eujaristía” son: Hechos 24.3; 1 Corintios 14.16; 2 Corintios 4.15; 9.11, 12; Efesios 5.4; Filipenses 4.6; Colosenses 2.7; 4.2; 1 Tesalonicenses 3.9; 1 Timoteo 2.1; 4.3, 4; Apocalipsis 4.9; 7.12.
Con relación al verbo “eujaristéo”, puedo decir que se lo encuentra en el relato de la llamada “última cena” de los tres evangelios sinópticos, y en 1 Corintios 11:
Marcos 14.23 “Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos.
Mateo 26.27 “Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos.
Lucas 22.19 “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.
1 Corintios 11.24 “24y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.
En esto cuatro pasajes, la expresión “habiendo dado gracias” es la traducción de “eujaristésas” (participio aoristo de “eujaristéo”).
En conclusión, el nombre “eucaristía” se sustenta en el uso del verbo “eujaristéo” en los relatos que explican el origen de la llamada “Santa Cena”, a pesar de que ciertamente no hay un texto bíblico que ordene u obligue llamarla así.
B) Explicación del origen del nombre “Cena del Señor”
Este nombre se basa en un único texto en toda la Biblia, a saber, 1 Corintios 11.20: Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor.
La expresión griega que la versión Reina Valera de 1960 ha traducido “Cena del Señor” es “kuriakón déipnon” que significa “Cena (comida, banquete) del Señor (relativa o concerniente al Señor)”. No obstante, tampoco se puede demostrar que el uso de este nombre se sustente en un mandato bíblico.
C) Explicación del nombre “Santa Cena”
Respecto a este tercer nombre, muy común por cierto en el contexto de las iglesias protestantes y evangélicas, diré lo siguiente. Éste, a diferencia de los dos primeros y, a pesar de ser muy popular, no cuenta ni siguiera con un texto bíblico que demuestre su uso en el NT. Obviamente, después de reconocer su total ausencia en el NT, está demás el preguntarse sobre un fundamento bíblico que fije u obligue su uso. De todos modos resulta muy interesante el hecho de que el nombre (probablemente el más usado en la tradición protestante) para hacer referencia a la “Eucaristía” o “Cena del Señor” sea precisamente el que no tiene presencia alguna en el canon del NT.
Luego de analizar y verificar las bases de estos tres nombres, Eucaristía, Cena del Señor y Santa Cena; en lo que resta de este trabajo le daré preferencia a los dos primeros, por las concusiones que arrojó nuestra investigación.
¡Hasta mañana con el favor de Dios!

Nueva Traducción Viviente (NTV) ¿Por qué una versión más de la Biblia? ¿No hay ya suficientes?


Héctor B. Olea C.


A mediados del año 2010 salió al mercado una versión más de la Biblia, la llamada “Nueva Traducción Viviente (NTV), y con el lema “Biblia Vida Abundante”.


La publicación de esta nueva versión de la Biblia fue el resultado de los esfuerzos de la muy conocida “Tyndale House Fundation” (conocida popularmente en castellano como “Casa Tyndale”). Puedo decir que este proyecto inició en concreto en el año 2001, cuyo objetivo principal era traducir al castellano y por completo, la versión de la Biblia conocida originalmente en Inglés como “New Living Translation”, publicada en el año 1996 por la misma Casa Tyndale.

Puedo decir con propiedad, pero con mucha humildad también, que gracias a Dios tuve el privilegio de estar en el equipo original de los estudiosos de los idiomas originales de la Biblia, equipo que tendría la responsabilidad de revisar la calidad de la traducción de dicha versión, precisamente a nivel de los idiomas originales de la Biblia. De esta manera me convertí en el primer estudioso dominicano de la Biblia en participar titular y formalmente en un proyecto de traducción bíblica. Dentro de esa responsabilidad me tocó la revisión de algunos libros tanto del AT como del NT.






Ahora bien, ¿por qué una versión castellana más de la Biblia? ¿No son ya suficientes?

Antes de pasar a responder en detalle las dos preguntas planteadas, quiero puntualizar tres cosas:

En primer lugar, lo primero a tener en cuenta es que esta nueva versión castellana de la Biblia no es ya el resultado de un dedicado y esforzado proyecto personal de un traductor que personalmente asume una empresa como esta, como ocurrió con Jerónimo (a finales del siglo IV y a principios del V, E.C.), Juan Wycliffe (que tradujo la Biblia completa al inglés en el año 1382), William Tyndale (que tradujo la Biblia al inglés en el año 1526), Martín Lutero (quien tradujo el NT al alemán el en año 1522, y luego la Biblia completa en el año 1534), Juan Calvino (1509-1564, del cual se afirma que tradujo por lo menos el NT al francés), Casiodoro de Reina (tradujo la Biblia completa al español en 1569) y Cipriano de Valera (que publicó una revisión de la obra de Casiodoro de Reina en el año 1602).

¿ Son confiables las traducciones 

de la biblia? Héctor B. Olea C.




En segundo lugar, que esta nueva versión de la Biblia ha sido el resultado de la participación de un equipo de estudiosos y especialistas en distintos campos, auspiciado por la Casa Tyndale. Es más, en la página del Copy Right de dicha versión, textualmente se afirma: “Todo el texto bíblico ha sido tomado de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Fundation, 2008, 2009, 2010. Usado con permiso de Tyndale House Publishers, Inc. 351 Executive Dr. Carol Stream, IL 60188, Estados Unidos de América. Todos los derechos reservados.”

En tercer lugar, que la historia de la “Nueva Traducción Viviente” (NTV) hay que retrotraerla a la publicación en castellano del “Nuevo Testamento Viviente” publicado por la Liga Bíblica Mundial del Hogar en 1972, más conocido por su lema “Lo más importante es el amor” (traducción basada de la original versión en inglés de The Living Bible). La publicación de este nuevo testamento se hizo con los debidos permisos de Tyndale House Publishers, pues son suyos los derechos reservados.

Ahora así, ¿por qué una versión castellana más de la Biblia? ¿No son ya suficientes?






Antes de responder la pregunta respecto al porqué de una nueva versión de la Biblia, quiero dejar bien claro lo siguiente. La afirmación de que ya son suficientes las versiones de la Biblia que hay, sencillamente evidencia un desconocimiento de los factores históricos, sociales, lingüísticos, culturales y religiosos que las hacen necesarias.    

Paso abordar las posibles razones que explican el origen de una versión más de la Biblia.

La razón de una versión más de la Biblia, en el idioma que fuere, está determinada por distintas razones. Algunas de ellas son: 1) Traducir la Biblia completa, o una parte de ella, como por lo general se estila como primera etapa, a un idioma al cual no se había vertido. 2) Publicarla como una revisión en un idioma al cual ya se había vertido previamente, por razones de la evolución del idioma, para su puesta al día en términos textuales, terminológicos, y del léxico, etc. Por otro lado, una revisión podría incluir ciertos cambios estilísticos, el agregar material suplementario (como ilustraciones, notas al margen, glosarios, índices, tablas de pesos y medidas, tablas cronológicas, mapas, etc.).


También puede suponer ciertos cambios en cuanto al público al que esté dirigida. 3) La publicación de una Biblia como una revisión propiamente, puede implicar algunos cambios respecto a algunas características tradicionales de una versión, al margen de si reproduce o no, básicamente el mismo texto. Por ejemplo, consideremos dos cambios notables que se dieron en la Reina Valera 1995 con relación a la Reina Valera 1960: a) Mientras que la RV 1960 (AT y NT) evitó la traducción “sábado” (y en un pequeño libro publicado aparte, hasta se justificó el no emplearla); no obstante, en la RV 1995 sí se usó. De esta manera en la RV 1995 se eliminó la abundante y tediosa llamada, respecto a la expresión “día de reposo”, como “aquí equivale a sábado”. Véase como ejemplo, Éxodo 16.23, 25, 26, 29; Mateo 12.10 y 11); b) Cambió la expresión “reyes y sacerdotes” por la más correcta “reino y sacerdotes” en Apocalipsis 5.10.

De todos modos, una nota curiosa es que en la RV 1995, por lo menos en la versión de estudio, con una llamada se le avisa al lector (a) que un versículo o expresión no está en los mejores manuscritos, y aun así conserva dicho versículo o expresión, como para no alejarse demasiado de la tradición textual reflejada en la RV 1960.

Quiero citar dos casos concretos: Mateo 17.21, donde la RV 1995 aclara que dicho versículo no se encuentra en los mejores manuscritos (“Pero este género no sale sino con oración y ayuno”); sin embargo, aun así lo conserva. El segundo caso es Mateo 20.16, donde se le avisa al lector (a) que la frase “porque muchos son llamados, pero pocos escogidos” no está en los mejores manuscritos, y aun así la mantiene.

Un último ejemplo del alejamiento de la tradición textual (en cierta forma) de la Reina Valera 1960 (si bien con la pretensión de mantenerse como digna representante de dicha tradición), la encontramos en la Reina Valera Actualizada 2006, publicada por la Editorial Mundo Hispano. El punto en cuestión tiene que ver con la traducción del tetragrama, las cuatro consonantes hebreas del sagrado nombre del Dios de la Biblia (YHVH - YHWH). Para la edición del año 2006, los editores explican que tomaron la decisión de no traducir “Jehováh" (que es realmente una transliteración y no traducción del tetragrama), como lo habían hecho originalmente para el año 1989. A partir de la edición del año 2006, la versión Reina Valera Actualizada adopta al respecto la postura de la Versión Popular Dios Habla Hoy, y de la Nueva Versión Internacional, al traducir “Señor” en lugar de “Jehová”, y “Señor Dios” en lugar de “Jehová Dios”.


Otra razón por la que puede publicarse una versión más de la Biblia es porque una determinada casa editorial decide llevar más lejos un proyecto que originalmente era de menor alcance. Por ejemplo, la Casa Tyndale publica en 1972 el Nuevo Testamento Viviente (lo más importante es el amor, traducción de la llamada The Living Bible). Luego publica la Biblia completa (1996) de la que el Nuevo Testamento Viviente sólo fue la primera etapa, pero sólo en inglés. Y para el año 2001 inicia el proceso de traer al castellano la Biblia completa de 1996, la New Living Translation, proceso que culminó en el año 2010. Esta es, pues, la historia y razón de la Nueva Traducción Viviente” (Biblia vida abundante, NTV), año 2010.

El método de traducción de la Nueva Traducción Viviente” NTV (Biblia Vida Abundante), año 2010

Como muy bien lo explica el prefacio del “Nuevo Testamento Viviente” (Lo más importantes es el amor), el método empleado en el mismo es la paráfrasis. Ahora bien, la paráfrasis, como método de traducción (aunque en sí no es un método de traducción), es tan peligrosa que, aun los editores de la versión “Lo más importante es el amor”, en el prefacio de una edición revisada y publicada en el año 1976, afirman textualmente lo siguiente: “En una paráfrasis hay muchas ventajas, pero también hay peligros. Cada vez que es necesario parafrasear, existe la posibilidad, por muy buenas intenciones que se tengan, de expresar algo que el escritor no tenía en mente. Esto se debe a que no sólo entra en juego el don de simplificación del que realiza el trabajo, sino también su trasfondo teológico y su comprensión del pensamiento del autor. Cada vez que el griego no está claro, hay que acudir a la teología y a la lógica si se quiere que el pensamiento no quede oscuro.” 


Es más, en la introducción de la misma versión citada, firmada por alguien que se identifica como Padre Keith Clark, O.F.M. Cap., se afirma: “Tal vez en mayor grado que otras traducciones, ésta (y todas las que se hacen bajo este mismo método de traducción, digo yo) no puede usarse como base para discusiones doctrinales o de tradición. Más que cualquier otra versión, ésta libremente se aleja de la traducción literal de las formas de expresión que se presentan en las lenguas originales”.

De todos modos no quiero que perdamos de vista el hecho de que la equivalencia formal no necesariamente es el mejor método de traducción.




La Biblia y los métodos de traducción.Por el Biblista  Benjamín Olea Cordero


Quizás la objeción mayor que se le hace a la paráfrasis es que pone al lector (a) en la triste condición de no conocer qué es lo que estrictamente forma parte de lo que podemos llamar texto puro y cuál es la ampliación, cuál es el sentido del texto original y cuál es posiblemente el nuevo sentido que adquiere en la traducción.

Ahora bien, si bien el llamado Nuevo Testamento Viviente (Lo más importante es el amor) fue traducido básicamente como una paráfrasis, parece que conscientes de las dificultades que supone la paráfrasis como método de traducción, es que se da, por lo menos en teoría, cierto alejamiento al respecto en la NTV. Precisamente en la introducción de la Nueva Traducción Viviente NTV (Biblia Vida Abundante) se explica que en ésta se procuró hacer una combinación de la equivalencia formal y la equivalencia dinámica o funcional. 


Cito “Los traductores de la Nueva Traducción Viviente (NTV) se propusieron transmitir el mensaje de los textos originales de las Escrituras en un idioma contemporáneo claro. Al hacerlos, tuvieron presente tanto los intereses de la equivalencia formal como de la equivalencia dinámica”.

A pesar de lo dicho en la referida introducción, me gustaría hacer una breve comparación de la traducción de un mismo pasaje en el Nuevo Testamento Viviente (Lo más importante es el amor), una paráfrasis; y la Nueva Traducción Viviente NTV (combinación de equivalencia formal y dinámica, según sus editores). El pasaje a comparar es Gálatas 2.6b sección donde el texto griego tiene la expresión “prósopon theós anthrópu u lambánei” que por equivalencia formal, al estilo de una traducción interlinear, debe traducirse: “cara, Dios, de ser humano no recibe”. Pero por equivalencia dinámica “Dios no hace acepción de personas.”

Observemos ahora cómo tradujo el Nuevo Testamento Viviente (paráfrasis): “Porque delante de Dios todos somos iguales”.

Observemos a continuación la traducción de la Nueva Traducción Viviente (NTV) (combinación de equivalencia formal y dinámica): “Porque Dios no tiene favoritos.” ¿Se nota la mejora en la traducción? ¿Verdad?

En resumen, podemos decir que ciertamente el texto de la Nueva Traducción Viviente (NTV) es mejor y mucho más confiable que la del Nuevo Testamento Viviente (Lo más importante es el amor), su más antiguo antecesor en castellano.

Una queja personal

Si bien he dicho que hubo un equipo de estudiosos de los idiomas bíblicos que revisó la calidad de la traducción de la NTV (equipo del cual formé parte, titular y formalmente); no es menos cierto que las decisiones finales dependían del Comité Editorial. Esto significa que a pesar de las sugerencias exegéticas y textuales de los estudiosos de los idiomas bíblicos, lo cierto es que en muchos casos algunas sugerencias nuestras fueron desestimadas. Un caso concreto que quiero mencionar aquí tiene que ver con el nombre con que creo y defiendo que se debe identificar la epístola o carta universal de “Santiago”.

Personalmente sugerí, basado en el texto griego, que debíamos dar el paso que ya había dado la llamada “Biblia Textual”, al dejar claro en el título y en la traducción que la epístola o carta debe llamarse “Jacobo”, “De Jacobo” (“Iákobos”, como realmente dice el griego, tanto en el título de la carta como en el versículo uno (1) del capítulo uno (1)).

A pesar de toda mi argumentación, el Comité Editorial de la Nueva Traducción Viviente (NTV) desestimó mi sugerencia, y tradujo así: “Yo, Santiago…” (1.1).

Algunas fortalezas que quiero destacar

1) La forma en que la NTV traduce el tetragrama, las cuatro conocidas consonantes hebreas del sagrado nombre del Dios de la Biblia, o sea, YHVH o YHWH. De esta forma se identifica con la postura de la versión Reina Valera Actualizada, la Versión Popular Dios Habla Hoy, y de la Nueva Versión Internacional, al traducir “Señor” en lugar de Jehová”, y “Señor Dios” en lugar de “Jehová Dios”.

2) La NTV no incluye la añadidura o adición que muestra la Reina Valera 1960 y la 1995, o sea, el versículo 21 de Mateo 17 (“Pero este género no sale sino con oración y ayuno”). Esto así, pues como ya dije, dicho versículo no se encuentra en los mejores manuscritos.

3) La NTV no incluye la añadidura o adición que sí muestran la Reina Valera 1960 y la 1995 en Mateo 20.16, es decir, la frase “porque muchos son llamados, pero pocos escogidos”; que tampoco se la encuentra en los mejores manuscritos.

4) La NTV cambió la expresión “reyes y sacerdotes” (Reina Valera 1960) por la más correcta “reino y sacerdotes” en Apocalipsis 5.10, como la Reina Valera 1995, la Versión Popular Dios Habla Hoy, y la Nueva Versión Internacional, entre otras.

5) La NTV usa el modo indicativo (Ustedes estudian las Escrituras), y no el modo imperativo como la Reina Valera 1960 y 1995, entre otras (Escudriñad las Escrituras), en Juan 5.39.

6) La NTV no incluye la añadidura o adición que muestra la Reina Valera 1960 y la 1995, en 1 Juan 5.7 y 8, o sea, la frase “en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno” (versículo 7); y la expresión “Y tres son los que dan testimonio en la tierra” (versículo 8).

Conclusión: La Nueva Traducción Viviente (NTV) es una versión confiable, buena y recomendable para su uso tanto a nivel de un estudio devocional (más bien “lectura devocional”) y para el estudio formal y sistemático de la Biblia.

Como ya lo he dicho antes, no hay siquiera una versión de la Biblia que sea perfecta, y la Nueva Traducción Viviente (NTV) no es la excepción; sin embargo, tal y como me he expresado respecto a las demás, la NTV puede ser usada en un estudio serio y comparativo de la Biblia. Será, pues, caso por caso, como lo he dicho también con relación al resto de las versiones de la Biblia; repito, en un estudio serio y comparativo, que se irán confirmando o demostrando sus particulares fortalezas y peculiares flaquezas. La Nueva Traducción Viviente (NTV) tiene el derecho a ser leída sin prejuicios ni sospecha alguna.

Esta versión, como todas las demás, tiene algo qué aportar, y sería bueno que no lo perdiéramos.

¡Bienvenida sea, y en hora buena, la Nueva Traducción Viviente (NTV)!


¿Afirma 2 Timoteo 3.16 la inspiración de los 66 (o 73) libros de la Biblia, o más bien establece la utilidad y valor de un libro inspirado por Dios?


«Ya está disponible en Amazon, para todo el mundo, mi libro que lleva como título: La Biblia misma no afirma ser «inspirada»Un análisis y comentario crítico, exegético y valiente del texto griego de 2 Timoteo  3.16y otros catorce artículos de mucho interés.

Te desafío a esta interesante lectura y podrás comprobar tu mismo que es lo que realmente dice el texto griego ( el texto fuente usado para la traducción) de 2 Timoteo 3.16.


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I)        «Textos canónicos» versus «manuscritos originales»                     

II)       Estudiar la Biblia con base en «textos traducidos» tiene  sus límites

III)      El valor de la transliteración y sus modalidades                     

IV)     Como la traducción, la transliteración también es contextual 

V)      «La Biblia dice», una expresión bajo sospecha                      

I)        «Biblia devocional» o «Biblia de estudio», ¿cuál es la mejor opción?

VII)    «Biblia católica» y «Biblia protestante», ¿una distinción legítima?

VIII)   El papel de la Biblia y el de la comunidad de fe en el proceso de interpretación bíblica y de elaboración teológica

IX)     La dependencia y el papel del «Espíritu Santo» en el proceso  de elaboración teológica y definición doctrinal

X)      La Biblia se resiste a ser esclavizada por católicos y    protestantes

XI)     Una traducción acertada de 2 Timoteo 2.16 debe ser distinta  a la que se lee en versión Reina Valera revisión de 1960

XII)    Una traducción acertada de 2 Timoteo 3.16 obliga a repensar también la interpretación de otros textos bíblicos relacionados

XIII)   ¿«Cuervos» o «comerciantes», ¿qué es lo que en realidad dice el texto hebreo  en 1 Reyes 17.4 y 6?

XIV)   ¿Por qué utilizar la figura de «el cuervo» para invitarnos a confiar en  Dios?

XV)    ¡Danos! ¿el sustento de hoy, o el de cada día?         

¿Bendice o Maldice? ¿Qué fue lo que realmente dijo la esposa de Job? Un comentario textual sobre Job 2.9





¿Bendice o Maldice? ¿Qué fue lo que realmente dijo la esposa de Job?
Un comentario textual sobre Job 2.9
Héctor B. Olea C.

La pregunta que he puesto como título a este artículo, es una pregunta que me la han planteado en varias ocasiones. En el centro de la cuestión está la forma en que la versión Reina Valera 1909 tradujo Job 2.9, a saber: Díjole entonces su mujer: ¿Aun retienes tú tu simplicidad? Bendice a Dios, y muérete.

Ahora bien, al leer dicho pasaje en otras versiones de la Biblia, comienzan los contrastes y los problemas. Por ejemplo, la Reina Valera de 1960, la Reina Valera Actualizada del Editorial Mundo Hispano, la Nueva Biblia Española, la Traducción del Nuevo Mundo de las Sagradas Escrituras, la Versión Popular Dios Habla Hoy, y la Nueva Versión Internacional, todas traducen “Maldice”, y no “Bendice”, como la Reina Valera de 1909. Entonces, al notar esta diferencia, surge la pregunta: ¿Qué fue lo que realmente dijo la esposa de Job? ¿Cuál es la traducción correcta? ¿Por qué esta diferencia? ¿Qué es lo que en verdad dice el texto hebreo?


Pasemos, pues, a responder las preguntas en cuestión.

Al observar el texto hebreo de Job 2.9, encontramos que éste no contiene ninguno de los verbos hebreos que entre otras acepciones comunican la idea de “maldecir”, “blasfemar”, como por ejemplo, “qalál” (Proverbios 20.20), ni “aláh” (Jueces 17.2).

Curiosamente el verbo que efectivamente se encuentra en el texto hebreo de Job 2.9 es “baráj”, que literalmente significa “bendecir”, “felicitar”, “alabar”. Verbo que por cierto tiene un uso teológico muy importante en la teología del Tanaj.


Entonces, si el verbo que aparece en el hebreo es el verbo “bendecir” (baraj), ¿por qué las demás versiones mencionadas, a excepción de la Reina Valera 1909 tienen “maldecir”? ¿En cuál o cuáles versiones de la Biblia es que está el problema? La explicación es que el uso del verbo “baraj” (bendecir) en Job 2.9 es un eufemismo, o sea, que muestra un uso eufemístico de dicho verbo.



Ocurre que en el idioma hebreo, igual que en el castellano, hay los llamados “eufemismos”, es decir, el empleo de palabras (verbos, sustantivos, frases, expresiones, etc.) con un sentido eufemístico, signifcando una idea distinta a su significado habitual, natural y corriente.

Un eufemismo (del latín euphemismus, del griego eu=bien, y femi=hablar, decir= hablar bien), no es más que una manera de eludir o disimular palabras, tabúes, y expresiones que se entienden que no suenan bien, que se podrían tildar de vulgares, o chocantes. Entre nosotros son comunes los eufemismos al hablar de sexo, al hablar de situaciones terribles próximas a la muerte, situaciones de dolor, etc.

Pues bien, como hacemos nosotros en castellano, que pretendemos obviar el sonido fuerte de ciertas expresiones, y las referimos con otras que nos parecen “mas suaves”, “menos chocantes”, “más digeribles”; así ocurre en el hebreo con el verbo “baráj”. Este verbo que literalmente significa “bendecir”, se usa en algunos casos con un sentido eufemístico, para señalar lo que le es contrario, o sea, el maldecir. En otras palabras, que en el texto hebreo se nota que en algunas ocasiones la persona hablante tenía (¿sentía?) la necesidad de expresarse en términos “no muy adecuados”, en lugar de usar el verbo que en verdad debía emplear, decidía utilizar en su lugar el verbo “baraj”, pero con el significado de aquel.

Un ejemplo que encaja perfectamente aquí es el mismo uso que nosotros le damos al verbo “bendecir” en castellano, en expresiones como: “¡Ese bendito muchacho!”, “¡Esa bendita piedra!”, “¡Este bendito reloj”!, “¡Esa bendita tienda!”, etc.; cuando en realidad el sentido con el que las estamos empleando no es el literal, sino eufemístico. De que esto es así, es fácil de comprobar, si le ponemos atención a la expresión oral, los gestos realizados, y al estado de ánimo que las acompañan. Apelamos, pues, a este recurso del idioma para no decir literal y categóricamente: “¡Ese maldito muchacho!”, “¡Esa maldita piedra!”, “¡Este maldito reloj!”, “¡Esa maldita tienda!”



¿Se atreve usted a contar las veces que ha utilizado en un mismo día, o en las últimas horas, el verbo “bendecir” de manera eufemística, como en las expresiones citadas? ¿Las podría recordar? No se preocupe, no tiene que avisarme, no se tiene que confesar. JEJEJEJEJEJE

Volviendo a Job 2.9, diremos que la traducción correcta es “maldice a tu Dios”, y no “bendice”. La razón de la diferencia entre la Reina Valera de 1909 y las demás versiones citadas se explica porque en realidad la versión Reina Valera de 1909 tradujo mal. ¿Por qué tradujo mal? Porque tradujo el verbo “baráj” de manera literal, sin reflejar el eufemismo hebreo. Las demás versiones citadas, incluyendo la misma Reina Valera del 1960 (la que sucedió a la del 1909) no tradujeron el verbo “baraj” de manera literal, demostrando que sí entendieron que aquí dicho verbo tenía un uso eufemístico.

Esta traducción es también comfirmada por la Biblia hebreo-español (dos tomos, versión castellana conforme a la tradici+on judía, por Moisés Katznelson, editorial Sinaí, Tel-Aviv. Israel): Díjole entonces su mujer: ¿Aun te aferras a tu integridad? ¡Maldice a Dios, y muérete.

Ahora bien, no sólo en Job 2.9 encontramos el verbo “baráj” usado en este sentido, también lo encontramos en 1 Reyes 21.10 y 13, donde la Reina Valera del 1960 tradujo “blasfemado”, y las demás versiones citadas tradujeron “maldecido”. La Septuaginta (el AT en griego) tradujo a “baráj” en 1 Reyes 21.10 y 13 con el verbo “euloguéo”, verbo que ocurre cuarentiunas (41) veces en el Nuevo Testamento siempre con el significado de “bendecir”. En consecuencia, también el verbo “euloguéo” tiene un uso eufemístico en 1 Reyes 21.10 y 13, distinto al uso que lo caracteriza en el Nuevo Testamento.

Una nota interesante es que en 1 Reyes 21.10 y 13 la Reina Valera del 1909 sí tradujo de acuerdo al eufemismo hebreo, al traducir “blasfemado” (y no “bendecido”), concordando aquí con las demás versiones citadas (la Nueva Biblia Española, “maldecido”).

Finalmente, también es preciso puntualizar que el verbo “baraj” también se usa de manera eufemística en:

Job 1.5 “Y acontecía que, habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y santificábalos, y levantábase de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado (“baraj”) a Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días” (Reina Valera 1909)

Job 1.11 “Mas extiende ahora tu mano, y toca a todo lo que tiene, y verás si no te blasfema (“baraj”) en tu rostro” (Reina Valera 1909)

Job 2.5 “Mas extiende ahora tu mano, y toca a su hueso y a su carne, y verás si no te blasfema (“baraj”) en tu rostro” (Reina Valera 1909)

¿Se nota lo bien que tradujo el verbo “baraj” la Reina Valera 1909 en estos otros pasajes del mismo libro de Job?

Entonces, uno se pregunta ¿Por qué en 1 Reyes 21.10, 13; Job 1.5, 11; 2.5, sí, y en Job 2.9 no? Cosas de los traductores.

De todos modos, no quiero concluir este artículo sin dejar de mencionar que Luis Alonso Schokel (Diccionario bíblico hebreo-español) en vez de hablar de un uso eufemístico del verbo “baraj” (como el Diccionario Teológico Manual del AT), opta por hablar de una “corrección textual” por parte de los escribas.

Conclusión:

Finalmente, ¿cuál es la traducción correcta en Job 2.9, “bendice” o “maldice”? La traducción correcta es: “maldice a tu Dios y muerete”. Tómese en cuenta además, la respuesta del mismo Job a la sugerencia de su esposa: “como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado” (versículo 10) ¡Job entendió muy bien lo que ella le quiso decir, entendió el eufemismo!

¡Hasta la próxima!